Hay una maldición
china muy peculiar que dice: "Ojalá vivas tiempos interesantes". Es
de suponer que se refiere a que éstos traen consigo retos y problemas que
atender. Nos guste o no, hoy vivimos tiempos bastante interesantes; tiempos de
mucha incertidumbre y al mismo tiempo los más creativos de cualquier época
dentro de la historia de la humanidad.
Dentro de los sucesos que estamos
viviendo, hay unos que aparentemente no tienen nada que ver entre si, sin
embargo, personalmente los veo íntimamente relacionados. Por ejemplo: Cataluña
busca su independencia de España. Guatemala, Perú, Colombia y Brasil han
encontrado finalmente la forma de juzgar y hasta encarcelar a sus gobernantes
corruptos. Estados Unidos ha seleccionado, utilizando su sofisticado sistema
democrático, de entre trescientos veinte millones de personas, a un tipo que no
solo es una vergüenza para muchos, sino que evidentemente no es el mas capaz
para gobernar. La misma suerte corre sobre México y muchos otros países que viven
con un presidente cuyos niveles de aceptación están por debajo del 30%.
Inglaterra ha votado por una separación del bloque europeo; en fin... ¿Será que
como sociedad nos estamos volviendo cada vez mas exigentes? ó es que la forma
como nos hemos organizado en los últimos dos siglos está llegando a su fin.
Hemos visto como varias estructuras, que
hace muy poco tenían un tremendo poder, se están desmoronando. Por ejemplo, la industria
de la música ya cambió por completo; hace tan solo un par de décadas, para que
un músico pudiera difundir su creación, era necesario convencer al productor de
discos. Imagino una fila de artistas esperando, con emoción, un turno para
presentar su creación ante el productor que tenía el poder suficiente como para
decidir que es lo que si y lo que no va a tener éxito. Hoy, al músico solo le
basta subir su obra a Youtube, para que el público, por si mismo, decida si eso
es lo que quiere o no disfrutar. Además, este último puede expresar, de
distintas maneras que tanto valora la canción; todo esto, sin pasar por el criterio,
gusto personal ó interés particular de un hombre ó empresa. El poder de una
industria, pasa de una estructura piramidal, a una completamente horizontal
donde el que produce y el que consume se conectan directamente, sin
intermediarios. Ese esquema se llama peer-to-peer.
De la misma forma, las noticias, que
antes eran monopolio de los medios, hoy se difunden desde el testigo presencial,
directamente al auditorio, a través de las redes sociales. Ya no dependen de la
agenda de las televisoras ni de la censura de los gobiernos. Ahora todos
tenemos libertad de publicar nuestras experiencias, pensamientos, fotografías,
poemas, artículos ó ensayos, permitiendo así, una mayor riqueza y democracia en
las comunicaciones; cualquiera puede difundir el contenido que se le antoje y es
el público ó audiencia, el que a través de sus visitas ó likes, “vota” por el mejor contenido. El esquema peer-to-peer resulta ser hoy, la
verdadera democracia y es el nuevo orden que derriba estructuras.
Jamás imaginamos que el internet traería
cambios tan profundos en nuestras vidas. Nos estamos reinventando y el poder
ahora está en la gente. Somos nosotros mismos, las masas, los que le damos vida
a plataformas como el Waze que nos dice por donde circular de manera eficiente,
a Whatsapp y a Facebook que nos acerca con nuestro círculo social y a Twitter ó
Snapchat que nos permite saber lo que está pasando en tiempo real y en cualquier
parte del mundo. En vez de estructuras, ahora somos todos, con la ayuda de
algoritmos, los que estamos al mando.
Me pregunto ¿Cuales son las estructuras piramidales
que aún no se han desmoronado y que ya están siendo amenazadas? ¿Cuales son las
que siguen? Veo a tres: en primer lugar, a los gobiernos, después a los bancos
ó la industria financiera y finalmente
la medicina ó la industria de la salud. Me voy a enfocar en las primeras dos,
los gobiernos y los bancos.
Hoy pagamos impuestos que, en teoría, deberían
ser a cambio de educación, salud, seguridad, infraestructura y ayuda a los
necesitados, recibiendo a cambio, escuelas públicas que no tienen precisamente fama
de las mejores, una evidente inseguridad, servicios de salud pública dejan
mucho que desear y a los mismos indigentes de siempre que viven de la caridad
en las calles o pepenando en los grandes basureros de la ciudad como siempre lo
han hecho. Me cuesta mucho trabajo creer que exista algún mexicano profundamente
satisfecho, que se sienta orgulloso y verdaderamente representado por sus
gobernantes.
Pero no estamos solos, por un lado, el
75% de los países, son democráticos, donde los pueblos eligen por si mismos a su
propio gobierno y que, en teoría, debieran sentirse satisfechos de sus líderes
(ellos los eligieron), pero la realidad es otra; la lista de países con una
aceptación hacia sus gobernantes, de menos del 30%, es enorme. Entre ellos
están los Estados Unidos, España, Portugal, México, Perú, República Checa, Grecia,
Bulgaria, Bosnia, este último con una aprobación de apenas el 8%, por supuesto
Venezuela y muchos más. Estamos viviendo una situación que me parece hasta
absurda, donde vemos a algunos gobernantes que están en el puesto de mando, como
consecuencia directa de un descontento generalizado hacia el sistema. Estados
Unidos es el mejor ejemplo de a que me refiero: Trump preside al país mas
poderoso del mundo, por los millones de inconformes que usaron su voto como una
forma de protesta en contra del sistema. López Obrador tiene muchas
posibilidades de llegar a ser presidente de México, por la mismísima razón.
Este se valdrá del voto de los inconformes para llegar al poder. Mientras las
estructuras burocráticas son una tremenda carga para los pueblos, los gobiernos
incumplen con las expectativas de los ciudadanos; simplemente no ofrecen los
servicios que se requieren. Pero aún así, éstos siguen vivos; yo diría que sobreviven
a pesar de esta situación, porque el sistema les da, por si mismo, la fuerza suficiente,
como para exigir el pago de impuestos y el monopolio para la emisión del
dinero. La razón por la que funcionan tan mal, no es precisamente porque haya
una mente estúpida ó malévola, encargada en cada uno de esos países,
manipulando las cosas; es simplemente porque este mecanismo ya no funciona; es
anacrónico, está agotado y por lo tanto está a punto de colapsarse para dar
paso a un nuevo orden.
Por otro lado y de manera simultánea, la
sociedad se está organizando cada vez con mayor éxito, con la ayuda de plataformas
tecnológicas, para resolver problemas y ofrecer servicios que deberían estar
dando los gobiernos. Cuando por las redes circula una causa y las masas se
identifican, la ayuda resulta abrumadora. A mí, me parece que esto resulta
mucho mas democrático que el poner una equis en un papel para elegir al partido
que debiera gobernar.
Lo que acabamos de vivir en México con el
sismo del 19 de septiembre, la forma en que se volcó la sociedad mexicana para
ayudar, es un clarísimo ejemplo del poder que tiene el crowdsourcing. Pudimos ver, de primera mano, como la sociedad se
puede organizar fácilmente y ser mucho mas fuerte que el mismo gobierno. La
forma en que reaccionó la gente ante una situación crítica, es como para hacer
temblar a cualquier estructura gubernamental que aún crea tener control sobre
la gente. El hecho de que todos hayamos participado, además de reflejar nuestro
espíritu de ayuda, también habla del cuestionamiento generalizado que tenemos sobre
la capacidad de nuestro gobierno para reaccionar, con la velocidad y eficiencia
necesaria para salvar vidas.
Las escuelas públicas y la estructura
magisterial, no solo ha demostrado su corrupción, sino que además siguen
atoradas en un sistema evidentemente anacrónico, mientras hoy, a través de
cientos de plataformas como Khan Academy, se nos permite aprender de una forma
mucho mas eficiente que asistiendo a la escuela para ver a un sujeto que viene
a hablar sobre algún tema, que en el internet, está mejor explicado y además,
directamente por el experto. No digo que las escuelas ya no sirven, simplemente
deben reinventarse, pero a nuestro gobierno, no se le ve mucha capacidad de
cambiar las cosas a la velocidad que se requiere.
Los cambios que hemos vivido en los
últimos años, no son mas que una insinuación de lo que se prevé con el
advenimiento del Bitcoin y en general de las criptomonedas. A través de algoritmos
ó códigos de programación, que fueron generados y aprobados por una comunidad
virtual, se decide de forma completamente transparente, cuanto dinero se va a producir
y a quien se le va a entregar. Una forma absolutamente clara, en lugar de
obedecer a intereses supuestamente económicos ó políticos y muchas veces
bastante turbios. La mayor cantidad de dinero tradicional que se emite hoy en
el mundo, es para salvar a los bancos en quiebra, financiar guerras y mantener
estructuras burocráticas; todo esto a costa de los ahorradores. Con las
criptomonedas esto puede cambiar.
De la misma forma en que las redes
sociales, derribaron los medios al permitir la comunicación directa entre la
fuente y el público, ahora las criptomonedas, que permiten el pago peer-to-peer sin pasar por los bancos
para intermediar las operaciones, ni de gobiernos para emitir la moneda, están
amenazando a las estructuras financieras y a los mismísimos gobiernos como los
conocemos. Hoy todas las operaciones financieras, excepto los pagos en
efectivo, son ejecutadas por los bancos, que cobran una comisión por cada peso
que pasa por sus manos y son reportadas a los gobiernos para el cobro de los
impuestos. Con el Bitcoin esto ya no pasa; el uso de las monedas virtuales, es
como el efectivo, pero con la posibilidad de pagos a distancia y sin tener que
guardarlo debajo del colchón.
Queda por presenciar que tan larga ó
violenta será la agonía de los bancos y los gobiernos. ¿Se defenderán? ¿Se resistirán?
ó los tomará por sorpresa. ¿Como serán los nuevos bancos y como nos
gobernaremos? Las señales de que se están sintiendo amenazados, ya las estamos
viendo. Ministros de economía como el de Rusia, así como el C.E.O. de JPMorgan
han llamado al Bitcoin como un fraude (desacreditar es muchas veces la primera
reacción en contra de una amenaza), sin embargo, Cristina Lagarde, directora
del FMI, en Inglaterra, el pasado septiembre del 2017, advirtió que el futuro
de la economía mundial ya no está en los bancos centrales ni en el sistema
financiero como lo conocemos y que el Bitcoin tiene tanto futuro como el
internet mismo. Me pregunto si los gobiernos y los bancos tendrán los medios
para evadir el destino vivido por las disqueras ó las televisoras que en su
momento fueron también poderosísimas.
Supongamos que los bancos
y los gobiernos siguen el mismo destino que otras industrias; donde los monopolios,
las estructuras piramidales y los procesos burocráticos, se reconvierten a una
estructura horizontal, completamente democrática, eficiente y en la que las
partes se conectan sin intermediarios, entonces, los bancos, como los
conocemos, desaparecerán, dando espacio para un nuevo orden financiero donde
los pagos serán directos entre las partes a través de Bitcoins ó algúna otra
moneda virtual. Los créditos serán también directos entre grupos de
inversionistas que son los que tienen el dinero y por otro grupos de emprendedores
que lo van a trabajar, organizados por una plataforma virtual y con contratos
virtuales embebidos dentro de las mismas criptomonedas. Una moneda virtual que
ya contempla dichos contratos es el Ethereum, pero pueden surgir otras. Hoy ya
existe el crowfunding así como grupos
de ahorro y crédito.
Es de suponer que los
gobiernos seguirán perdiendo popularidad; si es así, poco a poco irán cediendo
el paso a estructuras mas esbeltas y locales, sin el monopolio de emitir dinero
y donde la sociedad misma avanzará en la forma de organizarse para resolver por
si misma sus problemas de una manera mas eficiente. La mayoría de los servicios
que hoy pseudo-ofrecen los gobiernos, serán suministrados por privados
independientes ó algoritmos computarizados.
La época del Renacimiento, la Edad Media
ó la Revolución Industrial, fueron relatadas por historiadores, muchos años
después de que ocurrieron. Hoy estamos presenciando la historia mientras acontece;
somos protagonistas y al mismo tiempo observadores de los cambios. A diferencia
de toda la historia previa de la humanidad, ahora no solo nos toca convivir con
el caos que se genera mientras sucede el cambio, sino que además, podemos
observar el proceso desde la primera fila.
Sin duda, tiempos
interesantes. Me entusiasma vivirlos; quiero presenciar el desenlace.
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