domingo, 26 de febrero de 2012

¿Alguien se ha preguntado, quienes somos realmente?

Hay personas que piensan que envejecer es una mala broma de la naturaleza. Primero nos da a probar la juventud, salud, fuerza, entusiasmo, inteligencia, buena memoria, vitalidad, para poco a poco irlo perdiendo todo. No es de extrañarse entonces como hay personas que se aferran a su juventud, haciendo ejercicio de forma frenética, recurriendo a la cirugía plástica para corregir esto, quitar algo de acá y poner otro poco allá.

Envejecer dignamente no creo que tenga que ver con eso. Nosotros no somos nuestros pensamientos, ni nuestra inteligencia, belleza, salud o fortaleza física. Todo eso tarde o temprano lo vamos a terminar perdiendo.

Pongamos el caso de una mujer que a sus veinte años deslumbra por su belleza. Ella puede confundirse y creer que ella «es» bella, cuando la realidad es que «está» bella. Esta mujer podría creer en que la belleza la describe, por lo tanto, sin su belleza dejaría de ser ella misma. Un caso similar es el atleta que sobresale en varias disciplinas deportivas; puede creer que él «es» muy bueno para el deporte, cuando es solo una situación o experiencia que le tocó vivir durante una época de su vida; esa capacidad no es él.

Muchos artistas, cuando viven un fuerte éxito durante su juventud, tienen que pasar por una etapa de aprendizaje, algunos desgraciadamente se desquician y hasta se pierden en adicciones. Otros, afortunadamente, logran entender que ese personaje, esa habilidad para cantar o actuar es algo que les fue dado, pero que ellos son finalmente el que, para bien o para mal, tiene que vivir con esa habilidad, característica o capacidad, así como las experiencias que vienen aparejados con ello.

Mismo ejemplo es el profesionista que sobresale en su carrera; «es» un doctor o arquitecto. Una vez que pasen los años, la belleza, la capacidad atlética y sus habilidades profesionales, van a ceder. Lo bueno es que cada uno de ellos seguirá siendo la misma persona que siempre fue. En una época un niño travieso, en otra un joven retraído, mas tarde adulto eficiente, etc..  En el mejor de los casos, tendrá que dejar todas esas características atrás para darse cuenta que es mucho mas que eso.

La vida está llena de enseñanzas y una de ellas es el aprender de una forma u otra, que somos mas que esa característica que nos acompañó en la juventud. Somos el que observa, el que experimenta el que disfruta ó sufre, durante las diferentes etapas de su vida, esas características.

Al final de la vida, uno va perdiendo poco a poco todas sus capacidades, para quedarse solo con el yo auténtico, con el que vamos a tener que aprender a convivir, tarde o temprano.  Muchas veces no toleramos estar solos o en silencio. Hay personas que siempre tienen que estar ocupadas, acompañadas ó con la tele prendida; hay otros que hasta les aterra el silencio y la soledad. Mas vale que vayamos buscando la forma de aprender a convivir con nosotros mismos, porque es con lo único con lo que nos vamos a quedar.

Somos mucho mas que las características que tuvimos en otra época de nuestra vida y el tiempo va a tratar de imponernos esta lección; solamente si la entendemos, podremos aspirar a envejecer dignamente. Algunos tienen la fortuna de vivir muy de cerca con su esencia; para los que no somos tan afortunados, afortunadamente hay técnicas que nos ayudan a conocernos y a aprender a estar en paz con nosotros mismos. El que no lo logre encontrar este aprendizaje, siempre va a mantenerse anclado a esa época ó característica que tuvo y que jamás regresará. ¿Cuál es la lección? ¿Quiénes somos realmente?