sábado, 6 de marzo de 2010

¿Será que la familia es cosa del pasado?

Es un hecho que ésta época no va a pasar desapercibida en la historia. Nos tocó vivir una serie de cambios muy acelerados y radicales, estamos viendo como se están cayendo estructuras que funcionaron muy bien durante siglos. Los avances tecnológicos están cambiando nuestra forma de vivir a una velocidad en verdad increíble. ¿A donde vamos a llegar? En verdad creo que nadie tiene la respuesta.

Los valores con los que nos manejamos, no se quedan atrás en cuanto a cambios. Esto se ha convertido un verdadero dolor de cabeza para escuelas y líderes comunitarios; para otros al menos tema de plática. No queda claro de quien es la responsabilidad. Siempre los mayores han dicho que la juventud está perdida, pero no creo que los cambios que estamos viviendo hayan sido tan fuertes en otra época.

Muchos dicen que se trata de un tema de falta de valores. Personalmente no estoy de acuerdo con esto. Lo que vivimos es mas bien un desbalance.

Por ejemplo: un hombre que está dispuesto a trabajar 10 ó 12 horas al día con tal de sacar adelante su negocio cuando las cosas están difíciles, refleja que para el, al menos su trabajo es valioso. Una mujer que está dispuesta a entrenar para hacer un maratón ó un triatlón, refleja, que el logro deportivo, le es algo muy valioso. ¿Cuántas señoras están dispuestas a someterse a tratamientos quirúrgicos con el único fin de resaltar su belleza? Para ellas, la belleza física, les es sin duda, algo muy importante. Todos estos casos no tienen nada de malo, son casos donde también hay valores, donde se refleja la laboriosidad, la tenacidad, la constancia, fortaleza y belleza entre otros. Insisto, no hay tal cosa como falta de valores.

Hoy nuestros hijos prefieren, en ocasiones, ir al antro y esto, aún y cuando nos cueste trabajo entenderlo, también refleja valores. La amistad, saber compartir y divertirse son cosas muy valiosas; el problema es cuando esto se presentan en un plano por encima de la salud o la familia. Estaremos, en ese caso, corriendo el riesgo de terminar pagando un precio, que no necesariamente queremos pagar.

Conozco varias personas que entrenando para una competencia, enfrentan una lesión; siguen entrenando lesionados y para ayudarles, existe además la medicina del deporte. Otros, hasta se inyectan analgésicos y cortisona; sabiendo, que con esto, están comprometiendo aun mas su salud.

Manejar un negocio tampoco es tarea fácil. ¿Cuantas noches nos ha quitado el sueño nuestro trabajo? Si hay un problema, nos quedamos trabajando, aún y cuando sabemos, que no hemos visto a nuestros hijos en todo el día. Defendemos nuestros intereses económicos con una pasión desmedida. Contratamos expertos para que nos ayuden en tan difícil tarea, tomamos cursos y viajamos a congresos. Aun y cuando el doctor nos ha dicho que debemos tomar las cosas con mas calma o terminaremos con un infarto, seguimos echándole tremendas ganas, como si la salud fuera algo a prueba de balas.

Por otro lado, vemos cada vez más parejas que deciden abandonar su proyecto de familia al primer conflicto. Estamos viviendo una época, como nunca, de abandonos, divorcios y rupturas familiares; vemos parejas que, en vez de luchar por su matrimonio, deciden, a la primera, terminar con su familia y buscar mejor suerte con otra persona. No creo que esto sea consecuencia de la cultura desechable en la que estamos viviendo, donde usamos las cosas y las tiramos cuando ya no nos sirven. Cuando se trata de cosas que si nos importan, como una meta deportiva o nuestro trabajo, luchamos sin límites, superamos grandes obstáculos, no tiramos la toalla tan fácil.

La pregunta es ¿Porqué estamos tan dispuestos a hacer tanto por una meta deportiva, por la belleza física y por nuestro éxito profesional, pero no tanto por nuestra familia? ¿Porqué hay gente que hasta compromete su salud física y mental por su trabajo ó deporte, pero no por su pareja? ¿Porqué se nos hace tan fácil hablar de divorcio y nos aferramos tanto a un negocio aún y cuando no nos está yendo bien con él?

La respuesta es: tenemos un «desbalance de valores».

La familia es la base de la sociedad. No hay acción más trascendente que podamos hacer, en éste mundo, que criar hijos de bien. Más que hacer millones de dólares y más que lograr terminar un maratón, el tener un hijo dentro de una familia, es algo que siempre llena de alegría a los padres. Lograr que nuestros hijos sean personas que lleven acciones a favor de su entorno o de la humanidad, aunque sea algo pequeño, es algo que trasciende, es algo que puede durar mucho más generaciones que el dinero que les dejemos. Por supuesto que también es importante desarrollarse física, mental y profesionalmente, pero jamás a costa de cosas que también nos importan. Si no le damos suficiente importancia a nuestra salud o a nuestra familia, podemos correr el peligro de comprometerla mientras estamos alcanzando otras cosas.

Pero, sigue la pregunta sin resolverse. Está bien, no es una falta de valores sino un desbalance, pero ¿de donde viene esto? ¿Porqué está mas prestigiada una mujer profesionista que la que prefiere no trabajar y mejor cuidar de su casa y de sus hijos? Si vemos la información con la que crecimos y la que están recibiendo nuestros hijos, no nos debería extrañar.

En nuestras escuelas, se nos repitió y se les repite a los jóvenes, una y otra vez la importancia de estudiar una carrera, de lo bueno que es llegar muy lejos profesionalmente. En los medios, se le da mucha importancia al gran futbolista, al artista del momento; el ídolo es el premio Nobel, el que logró hacer un negocio desde un garaje hasta convertirlo en un emporio. Jamás se le da, en las escuelas, tanta importancia a otras cosas que también son valiosas como a ser un buen padre de familia. ¿Cuantas veces se les dice en las preparatorias a los muchachos que formar una familia y criar hijos de bien es algo para lo que vale la pena luchar y para lo que deben prepararse? ¿Porqué no les damos a nuestros hijos en las escuelas herramientas para comunicarse en pareja y técnicas para educar hijos de bien? No estamos logrando transmitir adecuadamente el valor que en verdad tiene la familia.

La razón, podría ser, porque pensamos que estos son mensajes que deben transmitirse en el seno de cada familia. Los papás deberían ser los responsables de explicarles a sus hijos éstas cosas. Sin embargo, nosotros tampoco fuimos entrenados para ser papás. Creemos, a veces, que solo con el ejemplo, es suficiente, cuando no lo es. Estamos muy ocupados dedicados a nuestro negocio, a lidiar con los problemas cotidianos de una familia (a veces hasta rota o disfuncional), que no nos tomamos el suficiente tiempo para asegurarnos, a su vez, que para nuestros hijos, el cuidar de su salud y formar una familia, sea algo importante.

La importancia que tiene la familia, radica en que esta resulta la mejor forma de transmitir, a través de las generaciones, el aprendizaje sobre el mensaje de la vida y nuestra responsabilidad que tenemos con ella. Si todos asumiéramos nuestra responsabilidad ante el mundo y humanidad, si buscáramos la forma de hacer al menos una acción a favor de nuestro entorno ó nuestra gente, si nos aseguráramos que nuestros hijos aprendieran a hacer acciones de éste tipo y si a la vez, les enseñásemos a pasar este mensaje a la siguiente generación, estaríamos sin duda asegurando un mundo cada vez mejor.

Mi propuesta es: al igual que hoy en día se está hablando de implementar en el currículo escolar el tema de la salud para combatir la obesidad, también le demos importancia a temas tan trascendentes como la familia, los hijos y lo importante que es la participación de todos y cada uno para ayudar a mejorar el mundo en que vivimos. Debemos enseñarles como comunicarse en pareja, como establecer responsabilidades y objetivos en familia y como resolver los conflictos que siempre se presentan en todas las familias. Si comenzamos hoy a transmitirle éste mensaje a nuestros hijos en las escuelas, estaremos construyendo las bases de una sociedad más sana y estructurada para el día de mañana.

Nuestro mundo requiere de nuestra participación, no podemos seguir quejándonos sin hacer absolutamente nada al respecto. Mas que enfocarnos en lo mal que se encuentra nuestro entorno, prefiero pensar que hay una gran oportunidad de mejora, debemos comenzar por implementar propuestas que vayan alineadas en éste sentido.