lunes, 21 de junio de 2010

Nada Nuevo




El tema de la contaminación ambiental no es producto de la modernidad. Si bien es cierto que antes los productos de desecho eran en su mayoría orgánicos, en las grandes ciudades se acostumbraba tirar la basura y las aguas negras en las calles, en los ríos o en el mejor de los casos en algún patio trasero. Los efectos de esta práctica, fueron desastrosos. Epidemias sucesivas de peste y cólera a lo largo de la historia, aniquilaban, las menos virulentas, cientos de miles, otras millones de personas. Solo entre el año 550 y 700, la peste bubónica terminó con el cincuenta por ciento de la población europea. En 1857, el olor del Río Támesis en Londres era tan desagradable, que para reunirse en el parlamento, tenían que untar las cortinas con lima.

Hoy, vivir en ciudades con millones de habitantes, solo es posible gracias a medidas sanitarias como drenajes entubados, fosas sépticas, plantas de tratamiento y tiraderos especiales para los residuos sólidos. Hoy nuestro planeta, dista mucho de ser un mundo limpio, pero tampoco es este el peor de los tiempos. La historia nos demuestra, que la humanidad, ha podido superar problemas ambientales muy graves.

Actualmente generamos desechos que nos afectan de forma diferente. Un envase de PET tarda entre cien y mil años en destruirse; esta diferencia es, porque enterrado, un envase dura mucho más que si está expuesto a los rayos solares e inclemencias del tiempo. Cada año, solo en México, desechamos veinticinco millones de llantas de coches y camiones; tres mil años tardarán en desmoronarse si se dejan a la intemperie. Mientras tanto, estas llantas, se convierten en nidos de mosquitos que propagan enfermedades como el dengue o el paludismo. Los incendios en los tiraderos de llantas, son casi imposibles de controlar; algunos han tardado meses en apagarse mientras desprenden humos cancerígenos al medio ambiente.

Cuando éramos niños y queríamos ir a la feria o al cine, para juntar dinero, recogíamos envases de refresco y los devolvíamos al súper. Nos regresaban, en efectivo, el importe que se había dejado en depósito por cada uno.
La recuperación de los cascos vacíos, se llevaba a cabo de la siguiente manera: de la calle o terreno baldío, los recogíamos para llevarlos al supermercado o miscelánea a cambio del depósito. De ahí el camión repartidor los regresaba a donde se habían fabricado originalmente, donde se reciclaban o reutilizaban; era una forma de aprovechar al camión repartidor que de otra manera regresaría vacío.

En varios países, como Canadá, al comprar una botella de agua o refresco, se debe pagar una cantidad adicional que es dedicada exclusivamente para pagarle a las personas que devuelvan estos envases vacíos.

De la misma manera en que nuestras autoridades, hoy en día, obligan a las industrias a tener sistemas para tratar sus aguas residuales e instalar filtros que impiden la descarga de materiales nocivos al medio ambiente, debemos asegurarnos que los fabricantes e importadores de productos como envases para refresco o llantas, recuperen y reciclen los productos de desecho. Cada quien debe hacer su parte. Los fabricantes, los distribuidores y los consumidores al regresarlos en vez de tirarlos.

En resumen, la propuesta consiste en lo siguiente: Todos los que compremos algún producto sujeto a ser reciclado, debemos pagar también un depósito. Ese depósito, se le deberá devolver al que lo regrese. A su vez, el proveedor, al entregar la mercancía al supermercado o al minorista, deberá, por ley, recibirlo de regreso y de esta forma aprovechar el transporte vacío para que llegue el producto de desecho al fabricante. El fabricante, a su vez, deberá recibir, también por ley, del minorista, ya sea el importe del depósito o los productos de desecho para ser reusados o reciclados.

Los fabricantes que no tengan forma de reciclar el cien por ciento del producto de desecho que fabrican, deberán entregar el importe depositado por el consumidor final a la Secretaría del Medio Ambiente. Esta a su vez, con estos fondos, deberá promover el reciclado.

Hay muchos usos que actualmente tienen estos productos de desecho. Por ejemplo, en otros países, las llantas usadas se muelen y el polvo de caucho se usa para mejorar la calidad del asfalto. El asfalto tratado con polvo de llanta tiene características muy interesantes, como mayor durabilidad, elasticidad e impermeabilidad. Es una manera de poner a trabajar la basura. Las botellas de PET, se usan hoy en día para fabricar bolsas de basura, muebles urbanos y un sinnúmero de productos. Las baterías alcalinas y muchos otros productos contaminantes deberán entrar a este mismo régimen. La principal razón por la que no se recicla toda esta basura, es por el costo que implica recoger y transportar el material de desecho. Si nos organizamos como se propone, el problema queda resuelto.

Tarde o temprano tendremos que resolver este problema, finalmente es cuestión de tiempo, hoy estamos listos; solo se requiere iniciativa y voluntad.